martes, 23 de octubre de 2012

¿Quien llorará por mi?



Frente de Guerra
¿Quién rezará a mi memoria,
Dios lo tenga en su Gloria,
y brindará a mi salud?

Casi seis años tiene ya la guerra que el gobierno federal inició en contra del crimen organizado.

 Seis años ya en que el Ejercito y la Marina fueron destinados a la línea de fuego porque la sociedad mexicana dejo de creer en la honestidad de la Policía.

En estos seis años hemos visto como cientos de  hombres que defienden la soberanía nacional han caído en el cumplimiento de sus labores. Los miembros del ejército y de la marina conocen y asumen  el riesgo de su profesión, sin embargo, hay otros profesionistas que han sido involucrados por su vocación, sin pedir estar ahí pero que se niegan a abandonar la línea de fuego: los médicos y enfermeras y los periodistas.

Sabemos que cada vez que hay delincuentes heridos son llevados a los hospitales y se establece un cerco de vigilancia que genera el temor entre los trabajadores pero por los que nadie responde, ni los sindicatos y mucho menos las autoridades estatales o federales; sin embargo, ninguno de ellos abandona su puesto de trabajo.

Los médicos han sido de los profesionistas mas  extorsionados en el país y nadie vela por su integridad.
En estos seis años también el número de periodistas desaparecidos y asesinados han muerto, para ellos no hay justicia. Si salen a cubrir un evento lo harán bajo su riesgo, como en Siria o Afganistán. Las  empresas han preferido no cubrir la nota por  temor o han blindado sus instalaciones para protegerse de los ataques.
Pero hay otra parte de la sociedad que tiene que vivir con la angustia de la inseguridad: los trabajadores de la educación. Sin proyectos reales de contingencia, con centros de trabajo abiertos y vulnerables, sin saber  a ciencia cierta como manejar una situación de violencia: ¿cantar en las aulas?, ¿aglutinar a los alumnos en los patios? ¿Prohibir que los padres recojan a sus hijos?  ¿O dejar que los alumnos sean asesinados por los fuegos entrecruzados?

Pero más allá del terror en que vivimos y trabajamos es vergonzoso que, salvo en el estado de Guerrero donde los maestros exigieron vigilancia constante en las escuelas; todos los días vivimos dando gracias a Dios por regresar con bien a los hogares. A la SEP solo le interesa que se cubran 200 DÍAS de clases, no importa como ni con quien. Se ha dejado al “criterio” acudir al Centro de Trabajo .

Los gobiernos y los Sindicatos tienen una deuda con estas profesiones  donde los trabajadores se han vuelto prescindibles. Ya hay una propuesta económica para los miembros del ejército y la marina, pero, ¿Quién responderá por la muerte o daño permanente de un trabajador de la salud o de la educación en caso de ser victima de la delincuencia en la realización de su trabajo? ¿Quién explicará a nuestros hijos que también podemos ser victimas de la guerra por no abandonar nuestra labor?

En el Frente de Guerra están las fuerzas armadas, pero como guerra también se tiene que velar por quienes hacen posible que la paz siga siendo un espejismo en México.

  No basta una tumba  con ofrendas firmadas por los gobernantes que el dolor arroja a la basura. Las muertes de los mexicanos en esta guerra es el grito que se debe seguir escuchando exigir JUSTICIA y el restablecimiento del Estado de Derecho.

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