¿Palabra de qué?
Algo que ha llamado
mucho mi atención, es el auge que han tomado los notarios en las campañas
políticas de los candidatos del PRI, Partido Revolucionario Institucional,
sobre todo cuando es un alto puesto público el que se desea. Hasta ahora donde
más se ha practicado esta innovadora modalidad, es en el Estado de México, lugar
donde en varias ocasiones los aspirantes han legalizado debidamente, más de
quinientas promesas personales y de equipo.
Buscando por aquí y por
allá me encontré que “La Palabra” tiene
una gran relevancia histórica, y me refiero a la Palabra dada, aquella que se
entrega de forma oral de una persona a otra, formando un trato o un acuerdo
tácito.
Desde la antigüedad
hasta hace pocos años, “La Palabra” era entregada en una forma plena de
confianza cuando se decía “te doy mi palabra” y ello bastaba para sentirse
comprometido, se daba por hecho. El cambio se produjo cuando apareció la
palabra escrita y se le dio mayor importancia, dejando de lado el compromiso
verbal e implícito que se hacía anteriormente.
Oponiéndose a la
palabra escrita y para dar mayor credibilidad a la otrora costumbre, se le
agregó un adjetivo poderoso a lo prometido… “Palabra de hombre”, “Palabra de honor”, que quedaba sellada con un
apretón de manos, que no solo comprometía lo hablado sino también la honra, la
sexualidad y la existencia como varón; quien incumplía se condenaba a sufrir
las penas del infierno, a ser tildado como “mariquita” y a perder la confianza
de todos para siempre.
¿De dónde proviene la
importancia de esta frase? de la “Palabra de Dios” que citan los Evangelios
cristianos y que no necesita de ningún notario para aludir a la gran verdad
anunciada… “esta es Palabra de Dios”.
Desafortunadamente hoy
en día solo tiene valor la palabra escrita ante notario, acción que quita al
hombre toda virtud de responsabilidad y compromiso, en la dignidad de su
palabra.
Probablemente todos en
algún momento hemos sufrido las consecuencias del no respeto a la palabra
empeñada, pero sabemos muy bien que podemos morir en paz si nosotros si
cumplimos con la nuestra, con lo prometido
ante Dios y ante los hombres.
La globalización, el
nuevo estilo de vida femenino, le han comprometido a ella también con su
“Palabra de mujer”, porque dar tu palabra involucra a ambos sexos, es reconocer
que los seres humanos podemos seguir confiando en el otro; con mayor razón si
ese otro se compromete a manejar con
honradez la seguridad y el dinero de la
gente. Pero cuidado, no hay que confiarse, que tal si aparece por ahí un malvado
mariquita?
Antonieta B. de De Hoyos
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