IGUALDAD DE HECHO NO DE
DERECHO
Lo que todavía nos falta a las mujeres es aprender que
nadie nos da poder.
Simplemente tenemos que tomarlo nosotras
(Roseanne Barr)
Este año la Organización
Internacional del Trabajo está convocando
a terminar con la violencia de género dentro de los centros laborales.
Es
lamentable que en pleno siglo XXI
dominado por la tecnología y las investigaciones para la colonización de Marte
o el conocimiento de la nanotecnología en
la cura de enfermedades genéticas, la explotación hacia la mano de obra
femenina siga estando en segundo plano cuando de economía globalizada se habla.
Las mujeres siguen
siendo consideradas como alternativas al trabajo hecho por los hombres, la mujer es la que más
sufre los embates de crisis ambientales y guerras fratricidas. El trabajo
femenino e infantil sigue siendo garante de bajos salarios en la maquila instalada
en cualquier parte del mundo.
Sin embargo en los
discursos oficiales se declaran “programas” de apoyo para que las mujeres
abandonen este ciclo de doble explotación y se aprueban leyes donde se decreta
la tan soñada igualdad que queda plasmada en tinta pero que nunca ha llegado a
consolidarse en la vida cotidiana.
Las mujeres siguen
siendo minorías en los Congresos donde se discuten y aprueban las leyes.
En México después de
años de que el sistema paternalista estableció la igualdad jurídica y que los órganos
responsables de organizar las elecciones
firmaron dictámenes para asegurar la equidad política, la casta gobernante
ha cerrado el avance del pensamiento femenino.
En Coahuila donde este año se elegirán a los
presidentes municipales, no llegan al 10% mujeres que serán postuladas por los
distintos partidos políticos para ocupar dicho cargo. Las diputadas solo fueron
llevadas por obligación legal y de
emergentes para cumplir con “las cuotas de equidad”. ¿Cómo esperamos entonces
que los derechos sean una práctica de hechos?
La violencia
intrafamiliar sigue al orden del día, las desapariciones forzosas de mujeres jóvenes
y niñas no se investigan y los feminicidios, en este estado como en el resto de
la república, se ocultan y en consecuencia, no se hace justicia.
Las mujeres no podemos
esconder nuestras demandas de justicia y equidad de los órganos de gobierno si no formamos parte de
ellos, por capacidad antes que por “cuotas.
La violencia en los
centros de trabajo, en la calle, en el hogar, no se detendrá a menos que las
mujeres ganemos los espacios públicos con
capacidad, preparación, honestidad y entereza.
Por una mujer que
entrega su voz o voto perpetuando este
sistema de discriminación, otras mujeres están padeciendo hambre, abandono, vejaciones
y olvido.
Si Elba Esther
Gordillo, mujer, fue encarcelada por su ambición
desmedida de poder político y económico que también sean encarcelados el
secretario general del Sindicato de petroleros o que “Napito” sea repatriado
para que cumpla con la justicia (aprobada por mayoría de diputados hombres) de
los mexicanos, a lo mejor, entonces, el gobierno de Peña Nieto irá mostrando,
que por lo menos, en su lucha contra corrupción
sindical tiene la intención de que haya equidad.
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