OBLIGADO EL BACHILLERATO OBLIGATORIO
“Me gustan
los estudiantes porque son la levadura
del pan que
saldrá del horno con toda su sabrosura
para la boca
del pobre que come con amargura”
Violeta
Parra
El Senado de la República aprobó la obligatoriedad del bachillerato a
partir del ciclo escolar 2012 – 2013.
El proyecto de ampliar a 13 años la educación obligatoria en nuestro País
es el sueño dorado que debería de llenarnos de júbilo a los padres de familia
porque podríamos esperar que con ello nuestr@s hij@s pudieran
tener acceso a empleos mejor pagados.
La realidad es otra muy lejana al sueño de generar una tecnología nacional
que de verdad contribuyera a erradicar la pobreza que amenaza con la extinción
de la clase media.
Desde una perspectiva económica, es evidente que mantener tres años mas a los jóvenes en el
aula es una forma de paliar momentáneamente la falta de capacidad del Gobierno,
tanto federal como local, de generar empleos de calidad para los jóvenes mexicanos.
Por si fuera poco, la carencia de espacios
escolares y la homogenización de proyectos educativos no están claros.
Ejemplo de ello es este municipio donde
la oferta de escuelas preparatorias públicas es de 4, cada una de ellas con
distintos costos, ya cobrados en estas fechas y con distintas opciones de
preparación: técnica o humanística; y donde deberán quedar inscritos los alumnos egresados de todas las
secundarias de Piedras Negras, algunos
de Nava, Guerrero y Jiménez.
La sociedad ha reclamado desde hace varios años el profesionalismo y actualización constante
de l@s MAESTR@S que atendían desde
preescolar hasta secundaria. ¿Qué sucederá con el bachillerato donde la planta docente no llega a ser más del 50% de maestr@s egresados de las normales
superiores y muchos de ellos se han enquistado para “gozar de los beneficios”
del sistema?
Los senadores de la república en México, como de costumbre, asumieron una actitud populista sin tener todos las aristas cubiertas de un proyecto que de ser honesto, ético y
con miras a elevar la educación de nuestra población sería positivo: el
proyecto carece de dinero, espacios educativos suficientes para elegir una preparación humanística o tecnológica, docentes capaces y
capacitados; pero sobre todo, que la educación, en este momento, no sea visto
por los padres de familia como una amenaza a sus raquíticos ingresos económicos familiares. No olvidemos que aún hoy en México la edad a
la que se puede integrar un joven de manera voluntaria e independiente al
mercado laboral es de 16 años y un joven trabajando es un ingreso económico más
en la familia.
Mantener a los jóvenes en las escuelas es seguir pensando que la escuela es
la “guardería” donde se depositan a los menores de edad mientras los padres
trabajan y el estado sigue dando palos
de ciego ante una realidad que hoy nos abruma: Nuestros jóvenes están jugando
su futuro entre ser desempleados, ninis,
expulsados de la patria, delincuentes o empleados con salarios de hambre. ¿Qué les
pediremos, entonces a ellos cuando les toque ocupar nuestros lugares y nosotros
seamos los ancianos para los que TAMPOCO habrá proyecto del estado?
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