EL LABERINTO DEL
BULLYING ESCOLAR
“El acoso escolar
es una especie de tortura, metódica y sistemática, en
la que el agresor sume a la víctima, a menudo con el silencio, la indiferencia
o la complicidad de otros compañeros”. (1)
La violencia escolar tiene su origen en la familia, según el
Secretario de Educación Pública; y por ello, haciendo uso de su sentido
paternalista ha dictado instrucciones para que los maestros tomen cursos, se
capaciten y reaccionen como especialistas ante cualquier síntoma o sospecha de
que en el aula exista un leve intento de violencia entre los alumnos y se
llegue “según sea el caso” hasta la suspensión de los agresores.
Esa campaña de asignar tareas serán apoyadas por una línea telefónica
(presuponemos que atendida por psicólogos especialistas en el tema) que
recibirá las denuncias de las victimas del acoso escolar las 24 horas del día
durante los 200 días de clase.
Estas pinceladas de preocupación tratan de ocultar una realidad: la
violencia se ha desbordado por la incapacidad del Estado de ejercer su
monopolio del poder y hacer cumplir el Estado de Derecho dejando con ello que
la impunidad y la violencia invadieran nuestros hogares, mostrando su
dramatismo en la escuelas, sin importar
el nivel.
La delincuencia se fue adueñando de la paz y la tranquilidad de los
mexicanos y la escuela no fue la excepción, cualquier pleito de niños incluía
las amenazas de hacer traer a sicarios
para que terminara con la vida de los oponentes; maestros fueron amenazados por
padres que se decían formar parte de
cualquier cartel de la droga y hasta las mismas escuelas fueron blanco de las
balas para tratar de imponer el gobierno del miedo. Durante años la SEP prestó
oídos sordos ante los reclamos de seguridad: todo se solucionaría con las
“operaciones mochila”, con la prudencia de los maestros o el miedo de
los directivos que dejaron fluir drogas y adicciones para evitarse problemas
personales o porque “la política de la SEP es no
suspender ni dejar sin clase a los alumnos y respetar su derecho a recibir
educación”.
¿Quién es responsable del asesinato de un jovencito de una secundaria
publica?
El dolor de una madre y su exigencia de justicia terminará con la vida
laboral de tres trabajadores de la educación pero no pondrá fin al acoso
escolar a
menos que el Estado asuma acciones de fondo para solucionarlo: las
escuelas públicas carecen de orientadores escolares y psicólogos que puedan
tratar profesionalmente cualquier problema de conducta patológica y de
trabajadores sociales que su
tarea deje de estar circunscrita a los programas de becas o buscar platicas que
rellenen su plan de trabajo.
La nueva Ley de Educación obliga al maestro a dedicar el 100% del
tiempo escolar a dedicarlo exclusivamente a impartir clases, a cumplir la
“Normalidad Mínima”; no a enfrentar los problemas que tienen nuestros alumnos y
que impactan en su desempeño escolar.
Cuando nuestros niños vean que el Estado y su aparato policiaco
aplican la ley e imparten JUSTICIA para las víctimas, quizás entonces
aprenderán que todos somos responsables de nuestras acciones, principalmente
cuando nos convertimos en victimarios de nuestros iguales.
Profra. Josefina Sánchez Ponce.
Piñuel, I. y Oñate, A. (2007). Mobbing escolar:
Violencia y acoso psicológico contra los niños. Madrid:CEAC.
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