De fascista de cajón a secretario de educación.
70 años de disciplina y silencio están rindiendo frutos en
el control del Sindicato más numeroso de América Latina: el SNTE. Al aprobarse
la reforma al artículo 3° de nuestra Constitución y ante la inquietud fundada
sobre la situación en la que quedan los maestros que trabajan y se preparan, el
gobierno federal en voz de su Secretario de Educación solo da vagas respuestas pero si muy firmes amenazas.
Tras el encarcelamiento de Elba Ester Gordillo, el actual
secretario general del sindicato, profesor Juan Díaz de la Torre, no ha dado a
conocer cuál será su posición para defender los derechos de los agremiados que
siguen aportando quincenalmente más de 54 millones de pesos por concepto de
cuotas sindicales al SNTE.
Sin embargo, más que las demandas laborales o políticas lo
que debería estar en discusión en todas
las Secciones sindicales es el papel de la democracia dentro del sindicato. La
democracia debe dejar de ser solo un
valor que se enseña a los educandos y volverse práctica cotidiana de la vida
gremial y no son ni el profesor Juan Díaz
de la Torre ni Emilio Chuayffet los mejores garantes de tal ejercicio.
Emilio Chuayffet tiene
una deudo con los mexicanos: desde hace 16 años, estan abiertas las heridas y las fosas donde descansan los muertos de
Acteal y en los hogares impera el luto
de la falta de justicia que el entonces secretario de gobernación no pudo garantizar
y mucho menos, hacer efectiva; y ahora, de nuevo en el poder político, y sin
olvidarse que en un momento fue el responsable de la política interna del país,
amenaza con despedir a todos los trabajadores que no cumplan con los estándares
que señale la OCDE en materia educativa.
Niega la capacidad de dialogo de
los opositores a la reforma educativa cuando él fue testigo de primera mano de
la discriminación y falta de oportunidades que existen en Chiapas donde tampoco
pudo cumplir un solo compromiso con los Zapatistas de ese estado.
La falta de capacidad
para enfrentar el rezago educativo tiene
sus orígenes en el pago de favores políticos a personas que nunca tuvieron la vocación
ni la capacitación para impertir clases pero que aseguraron la permanencia del
PRI en el gobierno por más de 70 años haciendo a un lado, violando derechos y
despreciando la capacidad de mentores que no dejan un solo año sin acudir a capacitación
permanente.
México carece de un proyecto nacionalista de educación. La importación
de modelos ajenos que se aplican desconociendo nuestra realidad es lo que ha ahondado
aún más la brecha entre las zonas rurales y las urbanas, entre los que tienen
recursos y los que carecen hasta de lo más necesario para la sobrevivencia.
Es en este momento cuando
hace falta que surja un real liderazgo
con ética de servicio, comprometido con los maestros, la educación y los
alumnos para que sirva de interlocutor con la sociedad y frene los exabruptos
de un Secretario de Educación con sueños de imponer un régimen fascista donde
el gobierno es el que tiene la razón y al pueblo solo le queda obedecer.
Los maestros, los trabajadores de la educación, antes de
satanizar o dar la espalda a los maestros de Chiapas, Oaxaca y Guerrero debemos
romper la mordaza que nos ha impedido cuestionar el despilfarro de nuestros recursos mientras que
muchos de nuestros compañeros viven hoy con la amenaza de dejar de percibir sus
salarios porque el Secretario de Educación
no tienen la capacidad para escuchar y dialogar con los que piensan
diferente que él.