domingo, 1 de abril de 2018

La democracia al estilo mexicano


LA MUERTE IGUALA A LOS MEXICANOS.

A los vivos se les debe respeto, a los muertos nada más que verdad.
 (Voltaire)





Desde el inicio del año electoral, 30 aspirantes a cargos de elección han sido asesinados en México; 78 periodistas han sido asesinados en lo que va del sexenio; una familia murió en el fuego cruzado entre la marina y delincuentes. Se han localizado cadáveres con señales de tortura en Jalisco; jóvenes en el estado de Veracruz se encuentran desaparecidos, se supone que  la policía  está involucrada; aumenta el número de feminicidios en todo el país, … y las notas policiacas siguen siendo el tema que atrae al lector, al escucha, al televidente: la muerte violenta en México “vende” noticias.

Este sexenio que esta por concluir está a punto de pasar a la historia con un triste primer lugar en desapariciones forzadas y no resueltas y donde miles de hombres y mujeres de todos los grupos sociales, de todas las colonias, de todos los estados de la república han perdido la vida en forma violenta.

La justicia y la impunidad se han esparcido por todo el suelo patrio.
Sin embargo, para los partidos políticos que buscan continuar viviendo del erario publico al ocupar escaños de gobierno a partir de septiembre de este año, esas cifras no son tema prioritario de sus campañas electorales.

Hablan de la corrupción cuando se involucran los opositores. Elevan la voz y gesticulan por la impunidad con la que se han enriquecido los contrincantes de cualquier color, pero son incapaces de reconocer que para las ciudadanos toda la casta política se ha beneficiado a costa del hambre de millones de mexicanos.
No existe justicia ni reparación del daño en los más de 117 mil hogares que en esta administración han tenido que enterrar a un hijo, a un hermano, una hermana, asesinados sin razón ni justificación alguna.
Pero también en 1149 (según RNPED) hogares falta un familiar desaparecido.

Ante estos datos, algunos oficiales y muchos otros obtenidos de los medios de comunicación masiva, cabría preguntarnos como ciudadanos ¿Cuál es la característica de la democracia que se ejerce o se practica en México?

Tenemos a 4 personas que buscan presidir el poder ejecutivo y los suficientes para integrar el Congreso de la Unión; casi todos ellos y ellas han vivido dentro de la casta gobernante, enriqueciéndose al solapar el rampante negocio del narco y de la trata de personas. Muchos de los que hoy ofrecen despensas y tarjetas de la mujer o de la gente o como las quieran bautizar, han promulgado, en su momento, leyes que en nada han contribuido a brindar seguridad y menos aún ha dar justicia a las victimas de cualquier delito (y ni que decir de los delitos cometidos por los gobernadores y presidentes municipales que se apropian de los recursos públicos para su beneficio personal) porque la ley se aplica con el color del partido que impone a sus personeros en el Poder Judicial y  la justicia se aplica el color del dinero con el que se tiñe la venda que cubre los ojos de quienes juzgan en México.
Es entendible que a nivel mundial se crea que la democracia que se practica en nuestro país es correcta; si no, para qué están los embajadores que nombre el presidente en turno, pero, siempre el pero ¿Por qué los ciudadanos jugamos esa simulación eternamente?  Juego a contar votos, juego a promover el voto por un partido, juego a “acarrear” votantes el día de las elecciones. Juego a hacer creer que la democracia “a la mexicana” está funcionando.

Por menos, en más de un país los ciudadanos han hecho revoluciones para quitar a sus gobernantes ineptos, corruptos y cómplices en hundir a millones en la miseria, en la pobreza en la desesperanza. Pero en México los ciudadanos justificamos nuestra indiferencia criminalizando a las victimas y acusando de flojos a los que emigran por el hambre.

El 1 de julio en más de 120 MIL hogares no habrá fiesta democrática y la solidaridad cívica con ellos también tendrá el color del partido que haya llegado al precio de la conciencia del elector.


Josefina Sánchez Ponce.