SE PRESUME EMBARAZADA
“En 2011 nacieron en México 472,987 niñas y niños cuyas
madres eran menores de 19 años; de ellas, 11521 tenían menos de 15 años. Esta
cifra implica que prácticamente uno de cada cinco partos en México se registra
en esos grupos de edad. Según INEGI, los estados con mayor porcentaje de
embarazos adolescentes son: Chihuahua,
Coahuila, Durango, Nayarit, Sonora y Sinaloa.
Es de destacarse que entre la población femenina
adolescente, el 25% no tiene acceso a métodos anticonceptivos, mientras que
para el resto de las mujeres el no acceso es de 12.4%, (Fuente: México Social
07/05/2013)”
Adolecente
significa crecer o desarrollarse; es decir, es la etapa en la que el ser humano
adquiere la capacidad reproductiva, transita los patrones psicológicos de la
niñez a la adultez y consolida su independencia
socioeconómica, no una etapa donde el embarazo o la maternidad y menos aún, la
paternidad, con la idea de que el padre es cabeza de familia, sean etapas
para ser experimentadas.
Para los
padres de familia es difícil entender el comportamiento de sus hijos y se
niegan a aceptar que la sexualidad en la época actual es un tema que se
encuentra íntimamente ligado a los derechos y libertades plenas de los jóvenes
y adolescentes.
En México,
la mayoría de los casos de embarazo juvenil se presentan en adolescentes con
niveles bajos de estudio
o que carecen de información sobre
la responsabilidad de la práctica sexual y/o el uso
de métodos anticonceptivos.
Las
estadísticas muestran que en los países desarrollados con acceso a una
educación sexual institucional el embarazo entre adolescentes es mucho menor
qué el que existe en nuestro país.
Los
embarazos tienen distintos orígenes, en las zonas urbanas la presión social
para iniciar la vida sexual a temprana edad, a veces desde
los 13 años; el consumo de alcohol o drogas que facilita la intimidad sin precaución o
el deseo de las jóvenes de escapar de los problemas familiares llevan a
embarazos no deseados; a ello hay que agregar los casos de niñas violadas en
sus casas, por familiares o conocidos y que ignoran estar embarazadas hasta el momento
en que dan a luz.
Los riesgos que
enfrenta, una
adolescente embarazada parten del temor de informar en su casa del embarazo, lo
que la lleva a
carecer de atención médica apropiada y que pueden provocar serios
problemas de salud tanto a la madre como al producto, y en algunas ocasiones la
muerte de ambos.
Sicológicamente una joven
que se ve en la disyuntiva de asumir la responsabilidad de un nuevo ser es traumática
porque no sabe cómo es ella en su madurez y tienen que hacer crecer y
proteger a un hijo, en la mayoría de las ocasiones solas o con sus padres, ya
que los padres jóvenes las abandonan por el miedo de no poder con la
responsabilidad económica de una familia nueva para la que no estaba preparado.
Una madre
joven en este momento, no se le puede rechazar del sistema educativo, pero la
realidad es que al carecer de recursos y de instituciones donde se eduque a las
jóvenes madres junto con sus hijos ellas se ven forzadas a abandonar sus
estudios porque su prioridad es cuidar al nuevo ser. El abandono
de la escuela les impide a estas jóvenes
tener acceso a mejores oportunidades de empleo, llevándolas a buscar
como fuente de ingreso empleos mal pagados o, en el peor de los casos, la
prostitución.
Es urgente
que el Estado asuma la responsabilidad de enfrentar el problema y replantear
las formas en que se tiene que impartir la enseñanza del ejercicio responsable
de la sexualidad humana; para ello, es necesario que en las escuelas de
educación básica se impartan las clases sobre el tema y que el sector salud,
con personal capacitado brinde orientación sobre métodos anticonceptivos
apropiados para ser utilizados por los adolescentes.
Además, es
urgente que las madres adolescentes tengan acceso a las guarderías para que sus
hijos sean atendidos mientras ellas concluyen sus estudios o reciban
capacitación laboral para poder tener acceso a empleos mejor pagados, que sean
suficientes para proporcionar a su hijo una vida de calidad.
El Estado de Coahuila debe modificar sus
códigos para permitir que un hijo sea dado en adopción cuando la mujer carezca
de las capacidades para atenderlo y en el mejor de los casos, despenalizar la
decisión de suspender un embarazo no deseado.
Este círculo de madres adolescentes, de
abuelas jóvenes, se tiene que romper porque no es
posible que jóvenes en pleno desarrollo vean su vida truncada por una
maternidad y paternidad precoces por falta de educación y formación.
México necesita
que todos nosotros, hombres y mujeres nos desarrollemos plenamente para
contribuir en la construcción de una Patria
grande que asegure a las siguientes generaciones una vida sana, gozando
plenamente de su vida y de sus derechos.
Profra. Josefina Sanchez Ponce