Lluvia
en la ciudad
“Y, al final, sale un
sol
incapaz de curar
las heridas de la ciudad,
Y se acostumbra el corazón
a olvidar. “
incapaz de curar
las heridas de la ciudad,
Y se acostumbra el corazón
a olvidar. “
Joaquín Sabina
Llovió mucho,
acabando con la sequía de años. Llovió tanto que pensamos en que al fin la
temperatura bajaría. Llovió tanto que soñamos en un verano menos caluroso en el
norte de México.
Llovió tanto que hasta sentimos miedo por el exceso de agua.
Y del juego de
niños bajo la lluvia en la calle, se pasó a la zozobra en los hogares
construidos en zonas de riesgo. Casas construidas sobre las riveras perdidas de
cauces de arroyos ocultos. Casas construidas
en terrenos compactados con
basura y escombros. El miedo de los adultos aflora y la lluvia continúa cayendo.
La oscuridad es la
cobija del miedo y la cobija estaba húmeda con la lluvia. “¡Dios, que pare de
llover!”
El agua sube, entra
por la puerta, por las rendijas, por las ventanas y sube el nivel. El miedo es
ya pánico y la lluvia sigue cayendo, con más fuerza, más intensa. El terror obliga a salir a las plagas y al hombre
de sus hogares.
El agua llega a la rodilla, a la cintura al
metro y medio dentro de los hogares, ya no hay salvación: miles de damnificados
y el terror se convierte en ira en coraje en impotencia “¿Para qué tanta agua si solo era necesaria una
poca?”
El sol al fin asoma
y empieza el rescate de los recuerdos empapados, enlodados, anegados por el
drenaje mal hecho durante decenas de administraciones municipales. La
frustración de casas derrumbadas recién adquiridas con créditos pagados a
empresas constructoras corruptas que se enriquecen con la necesidad de una
vivienda de los trabajadores. Permisos de construcción en lechos de ríos y
arroyos, permisos de construcción en terrenos frágiles de donde se extrajeron
materiales pétreos.
Y el sol seca todo,
hasta el coraje y la indignación, solo se levantan manos entrenadas para
recibir las dadivas: “que alguien me ayude” a reconstruir mi casa a adquirir
mis cosa, mis muebles, mis recuerdos, mis sueños que dormirán hasta la nueva
inundación.
“A rio revuelto,
ganancia de pescadores” y los pescadores son los Partidos Políticos que en
pleno ejercicio del cinismo buscan en este municipio de Piedras Negras el voto
para enquistarse en la nómina de un cargo de elección popular y engrosar sus
patrimonios con la amnesia del ciudadano: todos los permisos de construcción
fueron avalados por gobernantes y funcionarios en turno que en pleno
conocimiento de la geografía de su municipio han permitido las construcciones
en áreas inundables. Todas las administraciones municipales han recibido
participaciones económicas de las constructoras que han hecho de los drenajes
su sucio negocio generador de riquezas privadas.
La falta de ética
moral y ambiental de los constructores y da las autoridades compran el olvido
con despensas, colchones, camas y un poco de dinero para reconstruir lo que la
naturaleza destruyó. Nunca un juicio, nunca un castigo, nunca una denuncia.
Profra. Josefina
Sánchez Ponce.