PROPIEDAD PRIVADA DE
BENEFICIO PÚBLICO
“No hay democracia sin libertad de expresión”
Hace
algunos meses los jóvenes de distintas universidades pusieron en la mesa de discusión
el asunto de los medios privados de comunicación.
Una de
las demandas originales de #132 fue la apertura hacia la democracia de Televisa
y Televisión Azteca; ahora que se está convocando a la discusión pública de la necesidad
de crear una Nueva Constitución Política que establezca el proyecto de nación que garantice calidad de vida digna para todos los mexicanos
es necesario acotar el uso y ejercicio de la libertad de expresión cuando se vincula
con los medios privados de comunicación masiva.
Es evidente que el cuarto poder también tiene
que ser democratizado sin que ello conlleve a hablar de terminar con el derecho
a la propiedad privada. Pero si deben establecerse los compromisos éticos que
las empresas de este ramo adquieren al ser parte importante del ejercicio
democratizador de Nuestra Patria.
Cada empresa tiene su línea editorial, pero no por
ello debe usarse como medio de chantaje hacia quienes gobiernan o hacia quienes
disienten de su línea, ni pueden convertirse en cómplices de gobernantes excluyendo
de sus frecuencias a las voces críticas. Ni es ético que amparándose en una desdibujada concepción de la
integridad física de las fuentes, se abran micrófonos y cámaras a supuestas
denuncias ciudadanas anónimas que son usadas para denigrar la obra de personas
o instituciones sin ningún fundamento y sin que los medios de comunicación privados
investiguen la veracidad de mismas.
Ante el
respeto a la propiedad privada de los medios de comunicación, el estado debe
establecer el equilibrio a través de los medios públicos de radiofonía y televisión.
Es
aberrante que estaciones de radios públicas, sobre toda las que dependen de los
gobiernos de los estados, se conviertan en el medio oficial para adular las
obras de los gobiernos en turno y cierren los espacios para los disidentes y a la
discusión pública de los temas de interés comunitario.
¿Cómo podemos
los mexicanos comparar y cotejar propuestas, no solo políticas sino también las
educativas, culturales o de seguridad pública si los pensamientos críticos están
vedados de los espacios radiofónicos o televisivos?
En la
lucha en contra de la corrupción, la ineficiencia, la mediocridad de quienes
nos gobiernan todos debemos ser actores, y ante la discusión ya de que Nuestra constitución
no necesita una reforma más sino que se debe reescribir, el derecho a la libre expresión
debe estar asegurado a través de los medios públicos y privados con la única salvedad
de la ética y la responsabilidad de quien hace uso de ese derecho.